Allí se habla de alimentos, de cómo y quiénes lo producen, de quiénes tienen derecho a los mismos y del modo en que la generación de comida se vuelve sustentable a escala planetaria.

Como en muchos debates de fondo, los que detentan el poder parecen querer permanecer al margen como forma de continuar con sus prácticas, siempre redituables para sus economías, aunque injustas.

Los países miembros del G-8 insisten en el cónclave oficial con una liberalización absoluta del “mercado” de alimentos, en tanto que en las afueras del recinto cientos de voces de pequeños campesinos, organizaciones sociales y no gubernamentales reclaman un cambio de sistema como única forma de dar solución al dilema de la humanidad más trascendente para su supervivencia material y moral.

Este lunes se llevó a cabo una movilización en la Plaza de Porta Capena cuyo mensaje a los delegados de la Cumbre de la FAO era contundente: “En la apertura del Foro tanto el Alcalde de Roma, Sr. Gianni Alemano como el Director General de la FAO, Sr. Jacques Diouf han reconocido que la crisis alimentaria y climática tiene respuesta en los movimientos rurales. Ahora, en la Cumbre Mundial tienen la oportunidad de demostrarnos que creen en sus propias palabras”.

La actividad constó entre otras acciones de impacto la exhibición de las herramientas –picos, palas, azadas- con que millones de campesinos producen más del 75 por ciento que el planeta consume y aún así sufren hambre y desplazamiento.

El mensaje es tan urgente como claro hacia quienes representan a los Estados en la cumbre de la FAO: “Necesitamos también políticas públicas que sitúen en el centro, y con una participación activa, a quienes producimos los alimentos que el mundo consume. Se deben adoptar medidas que hagan posible la soberanía alimentaria de los pueblos. Que promuevan el derecho de los pueblos a controlar sus recursos naturales”.

En el contexto de la cumbre oficial el Director de la FAO ha iniciado un ayuno simbólico representativo del creciente número de seres humanos que sufren el hambre, a pesar de que el discurso oficial habla de un paradigma de producción alimentaria cada vez más eficiente y avanzado técnicamente.

Desde las tiendas que dan sede al Foro ¡Soberanía Alimentaria de los Pueblos Ahora! se recibió como un gesto que grafica el compromiso del conductor de la FAO hacia la problemática, pero se señala a los países más industrializados agrupados en el G-8, con su peso relevante en la estructura multilateral global, como responsables principales de la situación.

Pero no fue ese el único “puente” tendido entre la cumbre oficial y el encuentro de movimientos sociales, encabezados por la Vía Cmpesina.

El viernes 13, en su apertura, el Relator Especial de las Naciones Unidas para el Derecho a la Alimentación, Olivier de Schutter, estuvo presente para manifestar su optimismo sobre una nueva estructura del Comité de Seguridad Alimentaria (CSA), bajo el esquema de “un país un voto”.

Alertó sobre el hecho de que el organismo encargado de manejar los recursos del CSA será el propio Banco Mundial y llamó la atención a los movimientos sociales para realizar un seguimiento del respeto a la reforma aprobada.

“Si un elemento hay que destacar, explicó Olivier, de los errores de los últimos 25 años ha sido precisamente la marginalización de los pequeños productores y productoras, de los pescadores y pescadoras artesanales, de las mujeres y jóvenes rurales, de los trabajadores y trabajadoras rurales, de los pastores, de los pueblos indígenas... La construcción de la Soberanía Alimentaria radica en la democratización de la toma de decisiones en los procesos que afectan al mundo campesino y rural”, concluyó.