“Hasta el momento, bajo el llamado Acuerdo de Cancún (México), las promesas de reducción de emisiones de los países llevan el riesgo de un calentamiento de cinco grados Celsius (promedio mundial). Esto es impensable e inconcebible”, manifestó el coordinador en África Central de la Alianza Panafricana de Justicia Climática (PACJA), Augustine Njamnshi.

PACJA es una plataforma de más de 300 grupos de la sociedad civil de 45 países africanos y que trabaja sobre cambio climático. Allí aparecen nucleados, entre muchos otros, movimientos indígenas, de mujeres, trabajadores, religiosos, pastores y pescadores. Las declaraciones de Njamnshi fueron realizadas en una conferencia de prensa de PACJA el 15 de junio en Bonn, Alemania, en el marco de una ronda de negociaciones de la ONU sobre clima, previa a la conferencia de Durban.

“Para limitar el daño a los africanos el aumento de la temperatura debe ser de no más de 1-1,5 grados Celsius”, agregó Njamnshi, y propuso que los Estados desarrollados recorten 50 por ciento sus emisiones para 2017 en comparación con los valores de 1990. Según el dirigente, el Protocolo de Kioto “representa el sistema para hacer cumplir a nivel internacional las reducciones de emisiones”. “Se debe continuar con el Protocolo en Durban y los africanos demandan que ningún país se salga”, sentenció.

El Protocolo de Kioto es el único acuerdo legalmente vinculante que obliga a los países industrializados a reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. En 2013 debería empezar el segundo período de compromisos del Protocolo. Japón ya anunció que se saldrá de ese convenio y varios países, como Rusia y Canadá, pretenden seguirle los pasos.

En tanto, la representante de la Red de Cambio Climático de Kenia, Cecilia Kibe, dijo en la rueda de prensa que la crisis del clima “apunta directamente a las mujeres africanas” y “golpeará al continente más fuerte que a cualquier otra región”. El cambio climático “ya nos está golpeando, nuestros cultivos ya no crecen como antes, las lluvias no suceden cuando se supone que ocurran. Estos cambios lastiman a los pobres, la mayoría de los cuales son mujeres”, explicó. “Aun un aumento de la temperatura de dos grados Celsius causaría una devastación de nuestros cultivos, granjas y familias”, aseguró Kibe.

Por su parte, el director de groundWork – Amigos de la Tierra Sudáfrica, Bobby Peek, alertó que los movimientos sociales sudafricanos están atentos al comportamiento de su gobierno en la organización de la conferencia de Durban. “Vimos decepcionados cómo el gobierno mexicano socavó en Cancún las posibilidades de un proceso de decisiones abierto y que permitiera la rendición de cuentas de los gobiernos”, señaló.

Peek reclamó que el proceso hacia la conferencia de Durban y las posteriores negociaciones sean abiertos, transparentes y con rendición de cuentas. “El gobierno sudafricano no puede tener reuniones paralelas secretas o selectivas para prepararse para estas negociaciones. Necesita decirle al mundo cuándo, dónde y con quién se está reuniendo y cómo se rendirán cuentas ante las voces de aquellos más vulnerables al cambio climático: mujeres, agricultores y los pobres”, sentenció.

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