Dijo que en algunos casos estas inversiones llegaron a los territorios “disfrazados de progreso y desarrollo”, y en complicidad con los poderes locales. Puso como ejemplo lo que pasó en la zona de Bajo de la Alumbrera, al noroeste de la provincia de Catamarca y sobre la cordillera de los Andes, donde la minera después de 14 años de explotación ya se está mudando para otro yacimiento cercano.

“Y ahí están otra vez los pueblos resistiendo, de la manera que pueden. El pueblo ha tomado la responsabilidad de asumir su propia defensa, sin necesidad de una reforma constitucional. El pueblo se ha constituido a sí mismo”, dijo Campos.

Recordó que en las zonas áridas de Argentina en las que se ha expandido este modelo la minería “se lleva toda el agua”, afectando así a las agroindustrias locales, que generan “los pocos puestos de trabajo genuinos”.

“Estamos defendiendo nuestros trabajos. En la CTA no sólo defendemos nuestros empleos y ll estabilidad, sino que nos comportamos como ciudadanos íntegros”, argumentó.

El dirigente de la provincia de La Rioja profundizó además en torno al conflicto que allí ha generado la minería. “Nos hemos plantado y hemos dicho: Famatina no se toca, es nuestro cerro y es nuestro río. Es un grito de paz de nuestro pueblo, y también un grito de guerra, porque si al Famatina lo envenenan hipotecamos el futuro de las próximas generaciones”, dijo.

Según el representante de la CTA, sí existen alternativas a la economía verde, que están “en la historia de nuestros pueblos, en nuestras costumbres”. “Hay que reivindicar los derechos de la Madre Tierra, que es un sujeto de capital. Hay que revalorizar las formas tradicionales de producción, y eso no significa volver al pasado”, remató.