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30 de enero de 2009 | Entrevistas | Foro Social Mundial 2009 | Anti-neoliberalismo
Duración: 10:00 minutos
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Bajo un enorme cartel en el que podía leerse Solidaridad internacional. Diálogo sobre la integración popular de nuestra América, activistas de Brasil, Ecuador y Haití compartieron el estrado con los presidentes de Bolivia, Paraguay, Venezuela y Ecuador. En ese encuentro poco usual que se llevó a cabo en el marco del Foro Social Mundial (FSM), tanto activistas como mandatarios coincidieron en resaltar el rol de los movimientos sociales, y comenzaron a trazar posibles vías de convergencia entre éstos y los gobiernos progresistas.
En ese sentido habló Magdalena León, integrante de la Red Ecuatoriana de Mujeres. Había sido precedida por Malú Farías, de la Marcha Mundial de Mujeres, y por Camille Chalmers, activista y referente de Jubileo Sur en Haití. León afirmó en su intervención que los gobiernos y los movimientos de la región son parte del mismo proceso de cambio, resaltando que la única manera de superar el modelo capitalista y de escribir realmente la historia, era buscar puntos de unión entre los gobiernos de cambio y los pueblos. La activista también indicó que existía otro importante desafío, que consistía en avanzar sustancialmente hacia el cambio estructural del modelo.
Ese otro modelo que el mundo entero reclama ahora tiene en América Latina importantes insumos, afirmó, y agregó que requería no sólo más Estado, sino otro Estado. Uno desprivatizado, al servicio del interés colectivo, que reestablezca lo público; no uno que socialice pérdidas y privatice ganancias. Además, indicó que se requiere de otra integración, y de construir una economía para la vida, contra la que conspiran los tratados de libre comercio.
Acto seguido, tomó la palabra el presidente ecuatoriano, Rafael Correa. El mandatario comenzó por afirmar que soplan vientos de cambio en América Latina, tiempos en los que como castillos de naipes se derribaron los gobiernos entreguistas. No obstante, pese al cambio profundo que consideró se estaba dando en el continente, el presidente señaló que existían dificultades, porque nos estamos enfrentando a una crisis que no hemos creado nosotros.
No obstante, Correa apeló a la construcción de un nuevo modelo, el socialismo del siglo XXI. Indicó que éste implicaba la acción colectiva frente a la codicia, y a nivel social, se expresaba en un adecuado rol del Estado en la economía. Dijo a su vez que debía rescatarse la planificación estatal, y catalogó como "vergonzoso" lo que se había hecho con el trabajo humano en los últimos años, ya que la forma de competir no era mejorar tecnológicamente sino precarizar las condiciones.
Marcó que hay muchos arreglos institucionales para conservar los intereses del capital, como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI), pero que no existe un foro para evitar la pena de muerte a nivel internacional, o defender a los inmigrantes. Sin embargo, sí se protegen los intereses del capital, y se niega el espacio para defender al ser humano, opinó el presidente. Por ello, señaló que otra característica del socialismo del siglo XXI es que el ser humano es lo primero.
Por otra parte, afirmó que era necesario que los Estados que habían preservado a la selva amazónica recibieran compensaciones de los demás países por el valor enorme, pero sin precio, que estaban generando. Se refirió además a que era necesario el avanzar hacia la justicia social, y acabar con la discriminación de la mujer. Destacó a su vez que este nuevo socialismo exigía la integración, y que en él no había recetas predefinidas, así como también se cuestionaba profundamente el modelo de desarrollo actual, ya que lo que se exigía era vivir con equidad.
Acto seguido tomó la palabra Fernando Lugo, presidente de Paraguay. Lugo declaró que América Latina estaba cambiando mucho, en gran parte por la dosis esperanzadora de los movimientos sociales, que daban la posibilidad de generar procesos de cambio. El mandatario señaló que, sobre todo en Paraguay y Bolivia, los presidentes progresistas estaban seguros de que eran las luchas de los movimientos sociales las que le daban soporte al gobierno.
Esta nueva época nos exige el esfuerzo creativo de ir construyendo una sociedad mucho más equitativa y fraterna entre todos los ciudadanos de nuestro planeta, señaló Lugo, tras lo cual indicó que era hora de volver a la profecía del pueblo guaraní, de la "tierra sin mal". El jefe de Estado afirmó que había comenzado conversaciones respecto a crear una América Latina diferente con el presidente brasileño Luiz Inacio Lula da Silva –quien no fue invitado por los movimientos sociales a la actividad-, y declaró que creía que su colega no lo iba a defraudar, haciendo referencia a la anulación del tratado que rige sobre la venta de energía procedente de las represas paraguayas hacia Brasil, que fija un precio muy bajo para la misma.
Lugo se refirió a temas que han sacudido a la agenda internacional, como la ofensiva israelí sobre Gaza que terminó con la vida de miles de civiles o el anuncio del presidente estadounidense Barack Obama de cerrar la prisión de Bahía de Guantánamo. Indicó respecto a ello que los palestinos estaban siendo masacrados impunemente, y que Guantánamo es cubano y debe volver a sus raíces, a ese pueblo libre que no fue doblegado en cincuenta años.
También abogó por una nueva relación entre gobiernos y movimientos sociales, y declaró que era necesario democratizar y repensar la economía, para hacerla socialmente inclusiva.
La siguiente oratoria estuvo a cargo de Evo Morales., quien comenzó por afirmar que si había cuatro presidentes sentados junto a los movimientos sociales, era gracias a lucha que éstos llevan adelante. Morales dijo que él era presidente gracias a los movimientos populares, y que no quería que se lo considerara un invitado en este tipo de encuentros, sino que deseaba ser convocado a ellos, para seguir debatiendo como antes.
El presidente boliviano le dedicó duras palabras a las posiciones de Estados Unidos –que catalogó como imperialistas- y a la jerarquía de la Iglesia Católica en su país, que fue opositora al proyecto de refundación constitucional que impulsó Morales. Otro mundo es posible, y otra fe es posible también, terminó por afirmar el mandatario.
Por otro lado, Morales hizo énfasis en que si lo que se quería era cambiar a América Latina y al mundo, se tenía que empezar por experimentar un cambio interno. Con eso se refería a que no se debía tener un comportamiento ambicioso o interesado; se debía en cambio pensar en la vida, en la justicia.
El último de los jefes de Estado que tomó la palabra fue el presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Con múltiples referencias al proceso cubano y a su dirigente histórico, Fidel Castro, Chávez comenzó a trazar la historia de Venezuela bajo el cambio que él lideró. El presidente miró a su alrededor, a los mandatarios que compartían con él la larga mesa que cubría el escenario, y describió lo que veía: un economista de Harvard, un obispo, un soldado y un indio. Y agregó: Nosotros siempre debemos vestirnos de humildad.
También se refirió al recientemente juramentado presidente Obama, aseguró que no tenía muchas expectativas frente a su mandato, y señaló que lo único que le pedía era respeto hacia la soberanía venezolana. Como había estipulado anteriormente Lugo, consideró que cerrar Guantánamo había sido una buena decisión, y urgió al mandatario estadounidense a que dejara su base militar en la bahía a los cubanos. También le sugirió que podía empezar a retirar las tropas estadounidenses de la base ecuatoriana de Manta.
A su vez se refirió a la crisis, de la cual responsabilizó al capitalismo global, y a las políticas irresponsables de los gobiernos de Estados Unidos.
Luego se volvió a referir al caso de Venezuela; señaló que después del 2001, cuando nació el FSM y el país vivía una tormenta política, vino el 2002, con un golpe de Estado, y el 2003, con sus golpes económicos y agresión de paramilitares. El imperio quería apagar la llama que se había encendido en Venezuela, pues esa llama acompañaba a la llama siempre encendida de la revolución cubana, afirmó. En ese año, en el Foro que se celebró en Porto Alegre, Chávez recordó que él le había dicho al mundo que su país tomaba el camino del socialismo.
Indicó a su vez que un verdadero socialista debe ser feminista, y que por tanto él se declaraba feminista. A la popular consigna "otro mundo es posible" que ha difundido el FSM, agregó que "otro mundo es necesario", y dijo que además un nuevo mundo está naciendo en América Latina.
El cierre de la actividad estuvo a cargo del dirigente del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil (MST), Joao Pedro Stédile, quien resaltó que si bien existían avances en los gobiernos progresistas, el pueblo debía avanzar independientemente de las elecciones, porque hay procesos electorales que no producen más que el cambio de autoridades.
Stédile señaló que estamos frente al reto de la crisis del capital, que siempre tiene una sola salida: los capitalistas ponen el sacrificio sobre las espaldas de los trabajadores.
Además, afirmó ante los presidentes que ellos habían estado muy flojos, porque los movimientos sociales esperaban más de sus respectivas gestiones. Y fue más allá, al expresar su deseo de que en la próxima cúpula que realizaran los gobiernos, se invitara a los movimientos sociales.
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