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29 de septiembre de 2011 | Entrevistas | Encuentro Mesoamericano contra Represas | Justicia climática y energía
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La explotación de la fuerza laboral, el acaparamiento de tierras y la mercantilización de la energía son mecanismos globales que utiliza el capital financiero y económico. Estas realidades se ven reflejadas con expresiones similares en todos los países que enfrentan estos procesos.
Respecto a estos temas, la activista brasileña Sonia Maranho, del Movimiento de Afectados por Represas (MAB por sus siglas en portugués) dialogó con Radio Mundo Real en el marco del sexto encuentro Mesoamericano de la Red Latinoamericana contra Represas y por los Ríos, sus Comunidades y el Agua (REDLAR), realizado entre el 22 y el 25 de septiembre en la comunidad costarricense de Tres Equis de Turrialba, provincia de Cartago.
El MAB tiene ya veinte años de lucha por la defensa de los ríos en Brasil y esta vez compartió sus experiencias en la región centroamericana.
Según los organizadores de la actividad, el objetivo central de este encuentro mesoamericano consistió en fortalecer los espacios de intercambio, además de mejorar la capacidad de movilización y gestión entre las organizaciones que trabajan sobre estos temas.
En esta línea, Maranho hizo hincapié en la necesidad de consolidar estos espacios de intercambio entre las luchas por la defensa de las comunidades y sus territorios, en momentos que “el enemigo” asumió una dimensión global.
“Se debe cuestionar el destino real de la electricidad producida a costa del bienestar de los pueblos. ¿Energía para qué y para quién? La electricidad no es de los trabajadores ni para el pueblo. En este sentido sabemos que para el desarrollo del sistema capitalista se necesita mucha energía. Tenemos que preguntarnos para dónde va esa energía, ¿qué modelo energético plantean? ¿Uno basado en la explotación de los trabajadores, la naturaleza y sus comunidades?”, interrogó.
Hoy en Brasil una de las luchas principales es para frenar la construcción de la represa Belo Monte en el río Xingú, próximo a la ciudad de Altamira, en el norteño Estado de Pará, que según el MAB afectará a unas 70.000 personas.
Además de la represa, se construirán dos canales con una envergadura mayor que el canal de Panamá. “Se pretende hacer en la Amazonia una gran hidrovía, y al mismo tiempo producir comida y facilitar la explotación minera en estos territorios”, advirtió la representante del MAB.
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