Aunque a muchos de ellos los esperaban quince horas de corte de caña apenas con la ayuda de un “agua panela”, bebida energizante típica de Colombia, los corteros dedicaron buen tiempo a poner en contexto a los delegados internacionales sobre su situación y los resultados del paro que en 2008 paralizó la mitad de los ingenios del Valle del Cauca para reclamar una instancia de negociación mínima del precio que el ingenio paga por tonelada cortada, poder tener acceso al control de las balanzas que siempre se inclinaban a favor del patrón y tener garantes -como la Iglesia entre otros- de que esas condiciones se cumplieran.

Ahí estaba Carlos Humberto Pesillos, cortero de caña desde siempre, para describir a Radio Mundo Real las condiciones de trabajo de sus compañeros y los frutos de la lucha conjunta sin precedentes de los obreros de los ingenios que abrió una nueva etapa en la defensa de sus derechos.