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6 de octubre de 2014 | Entrevistas | Encuentro Monocultivos en América Latina | Acaparamiento de tierras | Bosques y biodiversidad
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Varias décadas han pasado desde que se implementaron en el continente latinoamericano los primeros monocultivos de árboles. Las características de su introducción parecen mantenerse iguales, al constatar cómo este modelo de producción se abre pasos en nuevos países de la región. En esta entrevista con Winnie Overbeek, coordinador internacional del WRM (Movimiento Mundial por los Bosques Tropicales, por sus siglas en inglés), hablamos sobre las formas de imposición de estos monocultivos, las consecuencias en términos socioambientales, y las nuevas formas por las cuales estos cultivos siguen avanzando sobre tierras del continente.
Al comenzar Winnie identificó la implementación de los modelos de monocultivos en los países de América Latina, a partir de un conjunto de incentivos de los gobiernos e instituciones financieras internacionales durante las décadas de ’60 y ’70. Entre las causas también habla del papel de las empresas involucradas en los negocios, quiénes se propusieron hacer “negocios rentables, debido a la disponibilidad de tierras baratas y salarios más bajos; además de que en los países del norte el ciclo de crecimiento de los árboles era de 50 a 60 años, y en los países del sur se proponían reducirlo de 6 a 7 años”.
Al reseñar los impactos, tanto a nivel social como ambiental, Winnie destaca en primer lugar las consecuencias que tiene este modelo sobre la tierra, que en la mayoría de los casos significa quitarle la tierra a comunidades rurales y/o indígenas: “mientras que para las empresas la tierra es simplemente un medio de ganar dinero, paras las comunidades el territorio es un conjunto utilizado para el cultivo de alimentos, en donde los bosques son utilizados para muchas cosas básicas que tienen que ver con su modo de vida. Entonces sacar las tierras de las comunidades es un primer impacto muy fuerte”.
A este impacto social, el activista le suma además una de las promesas falsas del modelo, la generación de empleos para la población local: “Cien hectáreas de eucaliptos generan un único empleo hoy en día. Entonces esta promesa de mejorar la vida de las poblaciones locales no se cumplió porque la gente se quedó sin tierra, pero además porque la promesa de generar empleos era falsa.”
Al ser consultado sobre el carácter violento del avance de estos modelos sobre territorio latinoamericano, Winnie afirmó que una de las estrategias del modelo, tanto al inicio de su implementación como en la actualidad, es la de elegir las tierras sobre las que las comunidades no tienen título de propiedad: “en el mejor de los casos se pagaba algo de dinero a las comunidades, pero en la mayoría de los casos, si la gente no quería vender sus tierras, amenazaban a la gente. Recordemos que en muchos países era época de dictadura, entonces los desalojos los hacía la policía y los militares, en muchos casos incendiando sus casas y cultivos”.
Nuevas herramientas para el avanzo sobre los territorios
El avance del modelo de monocultivos no puede ser entendido por fuera de un contexto de crisis del capitalismo, según expresa el activista. Para buscar nuevas formas de generación de ganancias, el sistema utiliza otras crisis con la excusa de presentar soluciones a estas: “Hoy en día las plantaciones son presentadas como sumideros de carbono, se afirma que las plantaciones absorben carbono y que eso va a mitigar la crisis climática. Esto es una mentira. Las plantaciones absorben carbono, pero cada cierta cantidad de años los árboles son cortados, y todo el carbono que habían absorbido, vuelve a ser emitido a la atmósfera”.
Esto sin tener en cuenta, prosigue el ambientalista, todo el combustible fósil que utiliza el modelo forestal-celulósico, a través de los agrotóxicos, el transporte, y todas las máquinas que transforman la madera en otros productos, esenciales a este modelo de producción.
El modelo de monocultivos forestales tuvo un nuevo impulso a partir de la crisis del 2008, cuenta Winnie: “Se empezaron a buscar nuevas formas de inversión. Con la entrada en el negocio del capital financiero, se transforma las tierras en títulos que son negociados por Fondos de Inversión en Bolsas de Valores, y a partir de ahí se empieza a especular con el precio de la tierra en función de la ganancia que se puede obtener de esas plantaciones, promovidas como “inversiones seguras”. Este proceso está aumentando la presión sobre la tierra, así como la flexibilización tanto de las leyes laborales como de las ambientales en los países de América Latina.
Descargue la entrevista completa con Winnie Overbeek en el archivo adjunto.
Imagen: ongcea.eco.br
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