25 de agosto de 2009 | Entrevistas | Agua
Una ley congelada
Con una puesta en escena reclaman al gobierno argentino una legislación sobre glaciares sin trampas
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Activistas de la ONG Conciencia Solidaria, por medio de una manifestación teatral, llegaron el pasado martes a Casa de Gobierno con una ambulancia y una extensa bandera que rezaba: "Glaciares en Emergencia - Cristina devolvenos la ley vetada". El objetivo de la acción era denunciar la emergencia hídrica que se vive en el territorio nacional y el peligro inminente que corren los glaciares cordilleranos de continuar sin una legislación que los proteja.
En diálogo con Radio Mundo Real, Mariela Silvestein, portavoz de la organización, explicó que "en este momento de emergencia hídrica, donde hay lugares que directamente no tienen agua, sabemos que el 70% del agua pura está contenida en los glaciares. Habíamos tenido ’la suerte’ de que todos nuestros diputados y senadores aprueben muy concientemente una ley que era necesaria, que era para protegerlos".
Tras el veto del Poder Ejecutivo a la ley 26.418 de presupuestos mínimos para la protección de los glaciares y del ambiente periglacial, en noviembre del último año y a solo un mes de su aprobación, la ONG comenzó a impulsar la campaña "Los Glaciares ¡No se tocan!", explicándole a la población cuál es la función que los glaciares cumplen como reserva de agua pura en un momento donde esta es escasa.
Acerca de los intereses que hay detrás del veto de la mencionada ley, Silvestein destacó la necesidad de "lograr un dictamen por la urgencia de esta ley. ¿La urgencia debido a qué?, debido a que en septiembre comienza la construcción de la minera Pascua Lama, que justamente está montada sobre glaciares en San Juan y Chile. (...) Tenemos que exigir que le den tratamiento, porque después puede que la demoren, la cajoneen, y mientras tanto estamos con peligros inminentes".
* Comunidades, movimientos sociales y activistas pueden comunicarse con nuestros corresponsales de base en Argentina Raquel Schrott y Ezequiel Miodownik.
