Puntualmente, se refirieron a la instalación de empresas provenientes de Argentina- que ya tienen una fuerte presencia en el litoral uruguayo, límite entre ambos países -, y a los daños ambientales que están provocando.

Richard Pacheco, uno de los impulsores de la conformación del sindicato de peones de tambo y denunciante de esta situación, trabajó hasta hace algunos meses en la empresa sojera argentina El Tejar.

En julio de este año, el argentino Oscar Alvarado, presidente de El Tejar, fue entrevistado en la radio uruguaya El Espectador. En esa oportunidad, el empresario decía: “la gente en Uruguay es espectacular y el ámbito institucional tiene reglas de juego que se mantienen en el tiempo, un marco de certidumbre que hace que trabajar en Uruguay sea muy atractivo”.

La percepción que tienen los trabajadores sobre la expansión sojera no es la misma. “La soja llegó hace más de dos años a esta zona, y los argentinos han abarcado prácticamente toda Florida. Están trabajando con productos tóxicos y están matando toda la ecología”, aseveró Pacheco.

Además, según relató, las condiciones laborales de los empleados no son buenas y están expuestos a riesgos graves en materia de salud. “Ellos compran productos que ya se dejaron de utilizar en otros países. Sólo acá se usan”, relató el sindicalista.

Como problema adicional, según afirmó, la gente en esta zona rural del país “tiene miedo” de promover la organización sindical, y por eso la conformación del gremio de trabajadores rurales ha generado tanta expectativa. El principal disparador de estos intentos de consolidar la herramienta sindical es el reclamo por la aplicación de la ley de ocho horas para los rurales, que fue aprobada en diciembre por el parlamento uruguayo.

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