“En este mes de marzo acompañamos la revuelta y huelga de los operarios de las usinas de Jirau y Santo Antônio”, dicen en un manifiesto público. La construcción de esas centrales está a cargo de las empresas Camargo Correa y Odebrecht respectivamente. “Otras varias revueltas semejantes ya habían ocurrido y vienen ocurriendo en varias partes de Brasil”, agregan.

Algunos de los firmantes del documento son: el Movimiento de Afectados por Represas, la Central Única de Trabajadores, el Movimiento de Pequeños Agricultores, el Movimiento de Trabajadores Rurales sin Tierra, la Asociación Nacional de Estudiantes de Ingeniería Forestal, el Movimiento de Mujeres Campesinas, la Comisión Pastoral de la Tierra y el Consejo Indigenista Misionario.

Estas organizaciones y movimientos declaran su “solidaridad pública” con la “legítima lucha” de los trabajadores y de los afectados por las represas. “También estamos denunciando y reivindicando que el Tribunal Regional de Trabajo de Rondônia revise su decisión y cancele inmediatamente la multa diaria de 50 000 reales (aproximadamente 30 500 dólares) sobre la organización (sindical) de los operarios”, agregan.

Según el documento, los trabajadores de Santo Antônio y Jirau están siendo presionados por las empresas para acelerar la construcción de las obras y adelantar el final de la construcción. “La gran mayoría de los operarios reciben salarios extremadamente bajos y son víctimas de largas jornadas de trabajo, pésimas condiciones laborales y de seguridad, violencia y persecución, acuerdos incumplidos, transporte de pésima calidad y amenaza constante de despido”.

Los signatarios del manifiesto público denuncian que el ritmo de trabajo de las obras de construcción de la usina de Jirau, por ejemplo, aumentó 25 por ciento. El objetivo de las empresas es, agregan, recortar costos y aumentar las ganancias con las operaciones en marcha antes de lo planificado.

En esa línea, una nota publicada en la web oficial de Odebrecht señala que las obras de Santo Antônio prosiguen “a un ritmo acelerado para generar energía antes del plazo previsto”.

“A cambio, los trabajadores están recibiendo de las empresas una super explotación”, señalan las entidades sociales brasileñas. Los obreros creen que serán despedidos en masa al final de las obras.

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